jueves, julio 06, 2006

Orwell «1984»

Una casa cerrada, con varias cámaras en cada habitación, siempre encendidas, registrándolo todo, cada movimiento, cada sonido, cada conversación, dejando apenas espacio para la intimidad y la libertad de sus habitantes… sí, es la descripción de el programa televisivo más visto y replicado de los últimos años, en todo el mundo: Gran Hermano (Big Brother).

Pese al verdadero fenómeno mediático que ha provocado el programa, la idea en que se fundamenta –la de la vigilancia permanente- y hasta el mismo nombre no tienen nada de novedad, pues ya en 1949 habían sido patentados por el incisivo escritor indo-británico, George Orwell, en su célebre obra «1984».

En el texto Orwell dibuja una sociedad totalitaria y dictatorial, donde todos los espacios –públicos y privados- están permanentemente vigilados a través de un circuito cerrado de televisión (llamadas telepantallas), por el que además se emiten de manera permanente mensajes en favor del «Gran Hermano», fundador de dicha sociedad y responsable de los innumerables beneficios que ésta ofrece a sus ciudadanos.

Leído ahora, el texto nos parece una exagerada ironía de lo que fueron los totalitarismos de antaño, sin embargo, los temas que plantea siguen tan vigentes como en el momento de su publicación, en la segunda posguerra del siglo XX.

Concretamente «1984» presenta una sociedad que pretende haber hecho realidad la utopía de una sociedad perfecta, donde todos sus habitantes viven felices y satisfechos, donde no hay conflicto y reina la hermandad y la solidaridad; no obstante, se trata más bien de una distopía, es decir, de un escenario en que la libertad está totalmente al servicio de un gobierno autoritario, donde ni siquiera el pensar es autónomo, donde todo debe hacerse en función de reproducir el poder del partido y honrar a su fundador, el Big Brother…

El paisaje social que describe es realmente desquiciante: guerra permanente, una marcada estratificación social, descarada manipulación de la información, desaparecimiento de los disidentes, trabajos inarticulados y sin sentido, burocracia llevada al máximo, ministerios que hacen justo lo contrario de lo que dicen… Y en medio de todo, Winston Smith, un funcionario del ministerio de la Verdad que comienza a cuestionarse la benevolencia del sistema y sus certezas.

La rebeldía

Los cuestionamientos de W. Smith le llevarán por el camino de una férrea resistencia que pondrá a prueba sus propios límites, sus convicciones, su ética, la fortaleza de su «humanidad». Así, la trayectoria del protagonista sirve a Orwell para esbozar una semblanza del ser humano, de sus límites y posibilidades, de su libertad y de su capacidad de soñar.

El proceso de autoconciencia-crítica-resistencia que describe Orwell es el mismo en que se han fundamentado algunos exitosos filmes de los últimos años, como la saga de «Matrix», «Minority Report», «La Isla», donde el protagonista se desmarca de las lógicas de funcionamiento aceptadas como normales, para iniciar una seguidilla de desobediencias que le situarán en el lugar de los rebeldes.

Lamentablemente «1984» no es sólo ficción, pues –más allá de la exageración literaria- la historia retrata la vivencia de miles de ciudadanos de todo el mundo, que a lo largo de la historia les ha tocado vivir en regímenes políticos dictatoriales, donde los derechos humanos han sido violados sistemática y organizadamente bajo el argumento de la «guerra civil» o de amenaza de «terrorismo de Estado». La historia universal está llena de ejemplos.

Y no es casual que así sea, pues al escribir la obra el autor estaba fuertemente influenciado por los totalitarismos que marcaron la historia del siglo XX, el comunismo ruso y nacionalsocialismo alemán, ambos trágicamente abortados, por una revolución y una guerra, respectivamente.

¿Qué es la realidad?

Otro de los temas centrales que atraviesa la obra es la discusión sobre lo que es o no considerado «real», desde un enfoque temporal.

En la obra, el partido (Ingsoc) controla TODA la información que circula en Eurasia (escenario de la historia) tanto respecto del pasado, como del presente, incluso sus evidencias materiales, por tanto, puede hacer con ellas lo que le plazca. Desde este hipercontrol, los líderes del partido pueden omitir o modificar a su antojo las versiones de la realidad, de modo que ésta siempre refuerce la imagen del propio partido y en especial de su fundador, el Big Brother. Así, todos los grandes inventos de la historia, como las decisiones que revierten en beneficios para la población, son obra del Gran Hermano, quien, de esa forma, es erigido como un Dios, sin principio ni fin, que está en todas las cosas, al que hay que amar y honrar.

Esta operación permanente de re-construcción de la realidad se lleva a cabo en el ministerio de la Verdad –donde trabaja W. Smith, el protagonista-, y consiste básicamente en modificar todos los textos –libros, periódicos, revistas, textos escolares, etc.- de modo que mantengan siempre una versión de la historia acorde con los intereses del partido.

No obstante, esta operación no sería posible sin el doblepensar, habilidad mental por la cual todos los habitantes de Eurasia deben aprender que las cosas son como el partido dice que son, incluso cuando parezcan contradictorias o ilógicas: 2 + 2 son 5… o 4, o 3… o lo que el partido diga.
Lo que el doblepensar pretende es anular el cuestionamiento y la crítica, omitiendo así, todo indicio de una posible resistencia. Y si es necesario usar la fuerza para instalar esta habilidad, el partido no escatimará esfuerzos en hacerlo…

Metáfora del presente

Independientemente de la naturaleza ficticia de la obra, «1984» constituye una provocadora metáfora para re-pensar sobre el momento actual donde, el control y la vigilancia se han inmaterializado –biopolitizado- haciéndose prácticamente invisibles, pues sus mecanismos han sido internalizados en la subjetividad de cada ser humano. Ya no hace falta una telepantalla en cada habitación o miles de micrófonos en los caminos, para controlar lo que hacemos y pensamos… Hoy nos auto-controlamos, sabemos lo que tenemos que pensar, decir y hacer en cada momento si no queremos ser blanco del rechazo social, rechazo que –por cierto- puede ir desde simples y furtivas miradas de reprobación, hasta la más brutal criminalización, e incluso –aún- la muerte.

Por supuesto estos efectos hoy no se consiguen por la vía de la tortura ni los lavados de cerebro, sino por un continuo de sutiles mecanismos, ínfimos, imperceptibles en que desde diferentes voces se nos dice lo que tenemos que hacer y cómo debemos ser. Las ciencias médicas y en particular aquellas que forman parte de la galaxia «psy» (psicología, psiquiatría, etc…) tienen una gran responsabilidad en ello, pues son ellas las que han construido y construyen criterios como salud mental, crecimiento, madurez, estabilidad, patología, locura, depresión y tantos otros conceptos con los que nos valoramos a nosotros mismos y a los demás…

De modo que el totalitarismo del que Orwell se ríe en su texto no es mero fruto de su privilegiada imaginación, sino más bien, reflejo y crítica de un pasado que ahora nos resulta remoto, y a la vez, profecía de un futuro (hoy, nuestro presente) mucho más complejo y estratégico, donde se (re)actualiza la añeja pugna por el poder.

Por todo lo dicho, «1984» es referencia obligada para todos aquellos que piensan que el mundo debería ser de otra manera, y más aún, para quienes trabajan para conseguirlo.

Páginas de interés

Exhaustivo análisis y resumen del libro:
http://www.bibliopolis.org/articulo/1984.htm
Reseña de la obra en Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Mil_novecientos_ochenta_y_cuatro
Versión digital del texto: http://kehuelga.org/biblioteca/1984.pdf
Reseña de la versión cinematográfica del libro:
http://www.fantastico.uma.es/2001/ciclos/orwell.html
Vigilancia permanente y privacidad, ejes centrales del libro, analizados filosóficamente en un artículo de Ruth Fontelles:
http://www.amec.com.mx/revista/num_5_2002/Fontelles_Ruth.htm

miércoles, junio 28, 2006

Políticamente (in)correcto o la moda de la política

En un momento en que la política y sus instituciones están fuertemente cuestionadas, resulta paradójico o al menos curioso que en algunos círculos sociales se hable tanto de la necesidad de ser políticamente correctos, sobre todo cuando el concepto es tan ambiguo que puede ser utilizado tanto para promover como para sancionar una misma actitud desde posiciones divergentes.

Si bien no existe un hito que señale el origen del concepto, ya en el siglo XVIII es utilizado en algunos textos judiciales de Estados Unidos (politically correct) para criticar expresiones del lenguaje cotidiano que no se ajustaban al sentir de la clase dominante. Sin embargo, las acepciones con las que actualmente se usa el término tienen su raíz en el multiculturalismo promovido por la Asociación Americana de Antropología y en el respeto por los derechos de las minorías, extendido por la Escuela de Frankfurt en la segunda mitad del siglo pasado (http://www.forumlibertas.com/frontend/forumlibertas/noticia.php?id_noticia=5499&id_seccion=11).

De ambas fuentes se deriva un pensamiento que –en teoría- no enjuicia ni excluye las diferencias, ya sean culturales, políticas, morales o religiosas, de ningún colectivo humano. En la práctica esta no discriminación se materializa principalmente en el lenguaje, pues se entiende que éste construye la realidad; de modo que, en la medida en que hablamos de unos determinados hechos, personas o situaciones con palabras que llevan implícitas unas relaciones de dominación o que denotan cualquier tipo de discriminación, lo que se está haciendo es reproducirlas, hacerlas existir.

El lenguaje políticamente correcto apunta justamente a omitir esas discriminaciones proponiendo nuevos términos para referirse a los colectivos o situaciones históricamente denostadas. Así por ejemplo, se habla de personas de color, en reemplazo de negras; de población subsahariana, en lugar de moros; de personas con capacidades diferentes, en vez de minusválidos o discapacitados; de personas que viven en pobreza, en reemplazo de pobres, etc.

En algunos casos la adopción de estas palabras es el resultado de décadas o incluso siglos de lucha por el reconocimiento de la dignidad y la igualdad de derechos de estos colectivos, lo cual inevitablemente supone un cambio de mirada, de entendimiento respecto de ellos. Un ejemplo emblemático es el de las personas negras o de los aborígenes de América, a quienes durante mucho tiempo se les consideró no humanos, por tanto, no había nada cuestionable en tratarlos como animales de carga u objetos de intercambio.

Hoy nos resulta inaceptable este planteamiento; no obstante y por desgracia, todavía persisten en el mundo diversas formas de esclavitud encubierta o tráfico de personas que denigran la dignidad humana en toda su extensión.

Precisamente ese es el problema: la incoherencia, pues, pese a que se han dado pasos sustanciales para desarmar los prejuicios e incluso aún cuando en los discursos públicos se han incorporado estos matices, en la realidad persisten muchas situaciones de injusticia, abuso, maltrato y desigualdad entre diferentes colectivos.

Si bien el ejemplo puede parecer un poco exagerado, lo cierto es que existen muchas otras situaciones en que funcionamos con la misma lógica de valorar negativamente a priori a aquellos a quienes consideramos diferentes y que, muchas veces, desconocemos, sobre la base de prejuicios que hemos heredado o aprendido en los entornos en que nos hemos movido… en estos casos, el desafío es evitar la generalización y conceder a ese otro el beneficio de la duda.

E incluso más, aún cuando uno o varios de esos otros confirmen el prejuicio, no atribuirlo a todos los que forman parte de esa categoría, pues cada caso es diferente.

Encauzar la vida

Hasta aquí hemos hablado del contenido más teórico del término, pero actualmente dicho significado se ha ampliado para constituir una suerte de código tácito de protocolo o buena educación para los diferentes contextos sociales. Cabe destacar estas dos últimas palabras, pues asumir el carácter situado de la corrección política supone reconocer que lo que en un momento y lugar puede ser correcto, en otro puede ser exactamente lo contrario. En este caso el concepto no sólo se aplica al uso del lenguaje, sino, de manera más amplia, a una cuestión de actitud de corrección o incorrección que puede manifestarse desde la mirada, pasando por la vestimenta y los movimientos corporales, además de las palabras.

Desde esta perspectiva será políticamente correcto todo aquello que se ajuste a lo que la mayoría considera pertinente y adecuado para un determinado contexto, y será incorrecto todo aquello que se aleje de dichos límites. Se trata, por tanto, de una forma de control social, una biopolítica (Foucault, 1975) que busca encauzar la potencia de la vida humana.

Sobre esta base algunos consideran el movimiento de la corrección política como una forma de censura, de restricción de la libertad de expresión y de acción, de la cual hay que zafarse, pues, para muchos, no hay nada más aburrido que respetar la norma y comportarse adecuadamente; o dicho de otro modo, nada más apasionante que el placer de la trasgresión. Pero he aquí el problema, pues dicha trasgresión puede tomar caminos muy diferentes dependiendo de quién la protagonice.

Incorrectos e incorrectos

Para unos, la incorrección política consiste en ignorar las reivindicaciones promovidas por las luchas sociales que comentábamos antes, dando rienda suelta a todos los prejuicios y descalificaciones contra diferentes colectivos, lo cual, en definitiva, no es otra cosa que dar crédito a los argumentos racistas, sexistas, homófobos, clasistas y con ellos alimentar toda clase de discriminación.

Con frecuencia quienes se manejan con este criterio, suelen emitir juicios ofensivos para quienes forman parte de esos colectivos, además de actuar con indiferencia, rechazo o incluso violencia en su contra, lo cual, desde una ética basada en el respeto de la dignidad humana, resulta totalmente inaceptable.

Existen también otros incorrectos cuyo objeto de crítica son ciertas lógicas de funcionamiento que pese a ser consideradas políticamente correctas, reproducen relaciones de dominación o desigualdad que atentan contra los derechos de las personas por medio de injusticias, jerarquías o privilegios injustificados. Los que se hallan en este hemisferio de la crítica suelen tener ya incorporados los criterios de las luchas sociales antes mencionadas y buscan ir más allá, boicoteando o des-armando otros espacios de discriminación.

Entre ambas posturas existe una amplia gama de variantes con diferentes niveles de sensibilidad o radicalidad a la hora de expresar la crítica. La diferencia entre unas y otras radica en los valores en que ésta se fundamenta, en la utopía hacia la que cada una se dirige, en la concepción de mundo y de persona que se tenga. Como ocurre en todos los ámbitos de la vida, serán estas creencias las que marquen la distinción entre la forma en que se entienda y materialice la incorrección. En cualquier caso, sean cuales sean las posiciones desde las que hablen, cuando utilizan la violencia como modus operandi, su acción pierde toda validez y despierta nuestro más profundo rechazo.

Incorrección cool

Tal como ocurre con la literatura, la música o cualquier otro producto cultural, los conceptos, cuando se masifican, pueden perder gran parte de su carga teórica original para convertirse en muletillas que se ponen de moda durante un tiempo. Esto es lo que ha sucedido con la noción de corrección política. De hecho, actualmente en algunos entornos es bien visto simpatizar con y asumir una actitud políticamente incorrecta, irreverente, atrevida, desenfadada, desafiante y, en ocasiones, hasta grosera, pues se le asocia con un tipo de personalidad libre, valiente, arriesgada y transgresora que es valorada positivamente en dichos círculos.

Para quienes se mueven con estos criterios, la imagen de Bart Simpson (http://www.thesimpsons.com/index.html) o de cualquiera de los personajes de South Park (http://www.southparkstudios.com/), constituyen verdaderos iconos de identificación. De ahí el éxito de ambas series televisivas no sólo entre el público adolescente, sino también en un amplio espectro del mundo adulto que ve en ellos la irreverencia que anhelan, pero que no se atreven a vivir.

De modo que en estos casos ser políticamente incorrecto es cool, guay, bacán, mola, etc., pues se trata de una actitud crítica en la que no se puede no estar.

Independientemente de la forma en que se utilice el concepto, con mayor o menor carga teórica, para apoyar o criticar la mencionada (in)corrección, lo cierto es que el adjetivo «político» que le acompaña, refiere inequívocamente a unas relaciones de poder que se materializan en la vida cotidiana, y de manera especial en el lenguaje.

En virtud de todo lo dicho, quizá valga la pena pasar del escepticismo o la ignorancia a poner más atención sobre aquellas palabras y actitudes que a menudo escuchamos o leemos que algunos califican como políticamente correctas o incorrectas. Sólo así podremos descifrar a qué relaciones de poder se refieren, cómo se posicionan ante ellas y, por supuesto, cómo nos situamos personalmente nosotros ante ellas.

Páginas de interés

«Lo Políticamente Correcto y su trasfondo filosófico e ideológico», de Piotr Jaroszynski: http://www.forumlibertas.com/frontend/forumlibertas/noticia.php?id_noticia=5499&id_seccion=11
«Fuegos fatuos: sobre lo políticamente correcto y el lenguaje», Umberto Eco, El Mundo 18/6/2004: http://www.solidaridad.net/noticias.php?not=2316
«Política: corrección e incorrección». Encuesta a intelectuales y periodistas argentinos sobre el significado del término:http://www.pieldeleopardo.com/modules.php?name=News&file=article&sid=1641
«Los valores y lo políticamente correcto». Eustaquio Sánchez Salor, catedrático de la Universidad de Extremadura:
http://www.aidex.es/observatorio/reflexiones/rvalores/valores281102.htm
Sobre el «lenguaje políticamente correcto». Publicado en la revista Idiomas y comunicación, núm. 6, Buenos Aires, mayo de 2002:
http://correctores.iespana.es/correcto.htm

Desnudos en Internet

Haga la prueba. Ingrese a su buscador online preferido (Google, Altavista, Yahoo, etc.) y digite el nombre de su mejor amigo –o si prefiere, el suyo. Presione ENTER o el botón BUSCAR del programa escogido… ¿Cuál es el resultado?, ¿qué información aparece?, ¿sabía usted que hay otra persona que se llama igual y que es…?

Así de simple. Gracias a los poderosos buscadores de Internet, hoy es posible en apenas unos segundos, averiguar quién es, qué hace, qué edad tiene y cuál fue el último trabajo de una persona… y eso en el peor de los casos, porque también puede ocurrir que la persona buscada tenga su propia página Web, con su currículum y su álbum de fotos o incluso hasta su propio diario de vida o bitácora (Weblog) en la Red, con lo cual, lo que podríamos llegar a saber de ella sería muchísimo más.

Sí, en Internet estamos prácticamente desnudos, pues en ella es posible acceder a muchas informaciones individuales dispersas, disgregadas en distintas bases de datos o sitios Web, pero que los megabuscadores son capaces de rastrear cada vez con mayor precisión y velocidad.

¿Quién no ha utilizado alguna vez esta herramienta para saber más de un conferenciante, un empresario, un político, del nuevo gerente de la empresa, del profesor recién llegado o incluso –por jugar- del compañero de trabajo? El que no lo haya hecho nunca que lance la primera piedra…

Tranquilo, yo tampoco pude lanzarla.

La información es poder y en Internet el volumen de información disponible es abrumador y sigue creciendo exponencialmente día a día. Ante esto resulta imposible no preguntarse ¿quién o quiénes acceden a esa información?, ¿cómo la gestionan?, ¿para qué la utilizan?, ¿con qué fines? Como siempre no hay respuestas únicas. Son numerosas las variables que influyen en ellas.

Nos miran

Una vertiente de análisis –crítica- enciende una luz de alerta ante la posibilidad de la divulgación de datos personales con fines que pueden afectar negativamente la vida de las personas a distintos niveles. Esto puede traducirse por ejemplo en la recepción indeseada de correo basura en el e-mail personal, o incluso en la imposibilidad de encontrar trabajo debido a que las entidades a las que se postula han encontrado en Internet alguna información del postulante que les hace dudar de su idoneidad.

Esta situación que puede parecer exagerada es pan de cada día en algunos países de Latinoamérica gracias a una empresa que se dedica a recopilar antecedentes personales y financieros de personas y empresas, para venderlos a otras personas y otras empresas que los usan para tomar decisiones generalmente comerciales o laborales. De hecho, en algunos de estos países es una práctica habitual que las compañías compren el «informe de antecedentes» de una determinada persona antes de contratarla. Si el documento señala que el postulante tiene algún tipo de deuda bancaria u otros datos por el estilo, lo más probable es que no le contraten. Sin trabajo, difícilmente se pueden pagar las deudas; y con ellas, es imposible encontrar trabajo…

Lo que ocurre en el ámbito laboral puede hacerse extensivo a cualquier esfera de la vida de una persona de la que exista información digitalizada, de modo que esta reticulada desnudez puede llegar a ser todo un problema, dependiendo de qué información circule, quién la utilice y cómo.

El resultado de esto es una hiperexposición personal en la Red, similar a la que conseguía la arquitectura panóptica descrita por Jeremy Bentham a fines del siglo XVIII, y que era utilizada como mecanismo de vigilancia permanente sobre los residentes de instituciones donde la disciplina es la herramienta clave para cumplir sus objetivos. Hablamos de cárceles, regimientos y –paradójicamente- escuelas.

En nuestra sociedad tecnologizada ya no son necesarios aquellos enormes edificios diseñados por Bentham para posibilitar la vigilancia total de los ciudadanos, pues Internet, con su infinita red de terminales y conexiones, puede cumplir la misma función con un cada vez más accesible y simple sistema de cámaras y micrófonos estratégicamente distribuidos en los lugares públicos o privados que se pretende controlar.

El exitoso programa televisivo «Gran Hermano» -que ha sido replicado en prácticamente todo el mundo occidental- es el mejor ejemplo de ello, pues lo que constituye su principal atractivo para quienes lo siguen es al mismo tiempo el motivo que lo hace tan criticable para quienes de él se descuelgan: la posibilidad de la visión total (panóptica), tal como lo describe George Orwell en «1984», donde los habitantes de una sociedad totalitaria están siempre bajo el ojo del dictador al que se le conoce como Big Brother.

Una visión cinematográfica actualizada, pero basada en el mismo cuestionamiento es la que se plantea tanto en «Informe Minoritario» («minority report»), de Steven Spielberg, o más recientemente en «La isla», de Michael Bay.

Mírame

Nos quejamos de la vigilancia total que nos desnuda involuntariamente en la Red, pero sin embargo hay muchos que eligen desnudarse literal o metafóricamente en las salas de chat o en los Weblogs, publicando lo que hacen, sienten, piensan o sueñan, sin contar las innumerables fotos que muchos publican en la Web.

De alguna manera se trata de un ejercicio de confesión pública, aunque no necesariamente con el sentido originario de «arrepentimiento» que conlleva esa palabra. Muy por el contrario, en ocasiones hasta lo hacen como un ejercicio de transgresión para tentar los límites de lo socialmente aceptado o de lo políticamente correcto.

Es el caso de «la Casa Radiante», un inmueble diseñado por Le Corbusier situado en Rezé, cerca de Nantes, Francia, donde los habitantes han invertido las mirillas de las puertas para ofrecer su intimidad a los transeúntes que acerquen el ojo. Lo mismo ocurre en miles de Weblogs donde los autores narran su vida pública y privada como si estuviesen en el diván de su psicoanalista, o tomándose un café con su mejor amigo; es decir, contándolo todo. En este caso se invierte el principio de la vigilancia como mecanismo de control individual y social, pues es el mismo ciudadano-usuario el que se desnuda públicamente, en una suerte de exhibicionismo descarado y voluntario. La diferencia, no obstante, es que muchas veces esta desnudez se hace desde «identidades fantasma», o sea, utilizando sobrenombres (nicks) que ocultan las identidades reales de los usuarios.

En estos casos, la superexposición es una decisión personal y consciente con la cual se busca conseguir diversos propósitos dependiendo de los intereses particulares de cada usuario. Así, mientras algunos se concentran en la búsqueda de nuevas relaciones sociales, otros centran su energía en dar a conocer sus escritos o fotografías con fines artísticos, o incluso hay quienes buscan dar a conocer al mundo sus capacidades y realizaciones, para acceder a nuevos horizontes laborales.

Prófugos

Más allá de los propósitos explícitos –o no- de vigilancia o exposición, la Red es una entidad que fluye y se mueve de formas tan diversas como los usuarios que de ella se sirven, con su creatividad, picardía y resistencia incluidas. Esto se traduce en que, en la práctica, en Internet los vigilantes pueden ser vigilados y los que más se exponen pueden ser los más inofensivos; los que pretenden ser anónimos, están más que identificados y los que se muestran abiertamente, parecen tener identidades falsas… La cultura hacker se encarga de vulnerar los sistemas que parecen infalibles, dejando en evidencia la fragilidad de una arquitectura informática que flaquea ante la habilidad (i)lógica de unos genios autodidactas que disfrutan superando barreras virtuales.

Y así vivimos, desnudos en Internet, paranoicos o entregados, intentando protegernos o dribleando el ojo divino de una red que a ratos puede ser pegajosa e infranqueable, o bien, resbaladiza y flexible, como un lego, que puede armarse y desarmarse infinitamente a gusto de quien se aventure a jugar con ella y en ella… ¿te atreves?

Páginas de Interés

En «El conformismo de la abyección» (http://www.Webfrancia.com/lemondediplomatique/47/
elconformismo.htm) Ignacio Ramonet analiza y critica la creciente tendencia al vouyerismo y el exhibicionismo que se aprecia en la televisión e Internet.
Dicom/equifax es una multinacional cuyo negocio consiste en recoger todo tipo de información personal, comercial y financiera de personas individuales, y luego venderla a entidades o personas como información útil, por ejemplo, para decidir si una persona tiene deudas o no y así decidir si es conveniente hacerle un préstamo, entre otros muchos casos:
https://www.dicom.cl/com/dpg.01/pag/p.com.dpg.cons-dpg-pers.htm#
EEUU propone un sistema de vigilancia en Internet http://www.rebelion.org/cibercensura/rabia231202.htm
El artículo «Protección de nuestros datos personales en Internet» comenta los derechos y deberes de los usuarios al momento de entregar sus datos personales a empresas, para transacciones o compras de todo tipo. El análisis está basado en la normativa vigente en España actualmente sobre el tema.http://www.mundopc.net/actual/Internet/ecomerce/pdatos/
«Internet bajo vigilancia: balance 2004» es un artículo en que la organización Reporteros sin fronteras analizan la situación de libertad de expresión a través de Internet en el mundo, poniendo especial énfasis en el caso de Cuba:http://www.procubalibre.org.ar/informes/nota.asp?id_nota=1163

Superar los dualismos o el arte de pensar en colores

¿Ha pensado alguna vez cómo sería vivir en un mundo en blanco y negro? Probablemente un poco aburrido, sobre todo si pensamos que precisamente la visión es el sentido en que más se fundamenta nuestra relación con el mundo que nos rodea. Por suerte y a diferencia de prácticamente todos los demás seres vivos, el ser humano puede distinguir una amplia gama cromática que llena de atractivos matices los escenarios en que habitamos.

Pese a esta riqueza, estamos acostumbrados a pensar el mundo en blanco y negro, como si fuera una gran cadena de opuestos entre los que hay optar continuamente a lo largo de la vida. Algunos de ellos están íntimamente vinculados a cómo entendemos el mundo, al ser humano en general y a nosotros mismos, en particular.

Durante siglos, pensar de esta manera ha posibilitado la creación de innumerables y valiosos conocimientos y formas de entender el mundo, de organizarlo y de establecer relaciones entre unas cosas y otras, entre personas y sociedades… lamentablemente relaciones de contradicción.

Bien-mal, norte-sur, cuerpo-espíritu, hombre-mujer, hombre-máquina, civilización-barbarie, oriente-occidente, individual-social, derecha-izquierda, paz-guerra, ciencia-arte, etc.

Estas son sólo algunas de las manifestaciones de este pensamiento dualista, cada uno de los cuales tiene sus respectivas consecuencias en los ámbitos en los que cada uno se mueve, tanto a nivel de las ideas como de lo material.

En el ámbito de la ética, el dualismo tuvo su mayor expresión en el maniqueísmo, pensamiento originario de la secta persa de los maniqueos, (siglo III d.C.), según la cual existe una eterna lucha entre el bien y el mal, entre Dios -creador de todo lo bueno- y Satanás -creador de todo lo malo (http://es.wikipedia.org/wiki/Manique%C3%ADsmo).

Algunos sostienen que pensar de manera dualista es una forma simplista de explicar el mundo, es conformarse con las categorías y explicaciones heredadas y no cuestionarse respecto de otros posibles significados que surgen desde otras ópticas. Así lo afirma el artista Thomas Charveriat, (fotógrafo y máster en artes digitales) en su «Machine Manifiesto» (http://www.m5project.com/HTML/44_MachineManifesto(S1).html) donde pretende hacer una «crítica irónica de todo pensamiento simplista y dual de tipo “el bien opuesto al mal”», tan común en la sociedad occidental, para lo cual recurre a una performance en que combina imagen, sonido, y diversos objetos tecnológicos que interpelan e interactúan con el espectador.

Una variante del pensamiento dualista es la que habita en la filosofía oriental, que si bien reconoce la existencia de dos fuerzas contrapuestas, éstas están íntimamente unidas, son inseparables, y no tienden a la eliminación una de la otra, sino a la complementariedad. Es lo en la filosofía oriental antigua se denomina el Ying y el Yang (http://es.wikipedia.org/wiki/Yin_y_yang), o lo que los aztecas denominaban Ometéotl (http://es.wikipedia.org/wiki/Ometeotl). En ambos casos se trataría más de una idea de coexistencia, que de supremacía de uno sobre otro.

Hacia la complejidad

Sin embargo, este mismo conocimiento, desde hace unas décadas llegó a la conclusión de que este pensamiento dualista se queda corto a la hora de dar cuenta de la complejidad de los procesos y situaciones que ocurren en nuestro entorno.

Este cambio de paradigma fue posible gracias al aporte de Edgar Morin (http://www.infoamerica.org/teoria/morin1.htm), pensador francés que introdujo el paradigma de la complejidad (http://www.uhu.es/agora/digital/numeros/06/06-articulos/monografico/pdf_6/clara_romero.pdf) para decir lo que distintas áreas del conocimiento venían constatando desde hace tiempo: que la realidad no es una sola y objetiva, sino que varía dependiendo del observador y de una infinidad de factores que en ella se articulan.

En el trasfondo de esta perspectiva habita un antiguo debate respecto de cómo el ser humano accede al mundo «real», material, a las cosas que se pueden percibir a través de los 5 sentidos, debate en que la filosofía, la psicología, la física, la biología, la lingüística han visto reconfigurados sus argumentos dando un salto cualitativo que –en suma- ha configurado este cambio de paradigma.

Una de las consecuencias de incorporar la perspectiva de la complejidad en la forma de entender el mundo es el cada vez más creciente interés que han demostrado las ciencias desde hace unos años, por combinar conocimientos diferentes, para conseguir una mirada más completa y compleja de las cosas. Es la llamada (inter/multi/trans)displinariedad, que hoy constituye un valor profesional en el mercado laboral.

De tal forma que hoy, decir que algo es «complejo» no significa que sea complicado o difícil de entender, no tiene un sentido negativo, sino más bien expresa su carácter multidimensional, que puede ser «leído» o interpretado desde disciplinas (o conocimientos, o enfoques, o perspectivas) diferentes.

En esta misma galaxia de pensamiento, la bióloga estadounidense, Donna Haraway propone el concepto de articulación (1995) como característica ontológica (del ser) tanto del individuo como de la sociedad, según la cual, tanto uno como la otra son resultado de una infinidad de elementos (historias, cuerpos, creencias, tecnologías, deseos, objetos, conocimientos, lenguajes, miedos, etc.) que interactúan en un momento y lugar determinado.

Desde esta perspectiva, las posibilidades de conexión entre estos elementos son infinitas, lo cual supone un canto a la diversidad y el reconocimiento de la importancia de las múltiples relaciones que las conectan.

Entender el mundo de esta manera (articulatoria, compleja) tiene enormes repercusiones en todos los planos de los individual y lo social; sobre todo a la hora de explicar(nos) el comportamiento de determinadas personas o colectivos involucrados en situaciones problemáticas en las que se ponen en juego valores o creencias y para las cuales el pensamiento dualista se queda corto. En cualquier caso, se trata de incorporar o considerar más variables en el análisis de las personas, las cosas, los grupos y los procesos, se trata de no dar crédito a los prejuicios o lugares comunes aprendidos, sino de intentar traspasarlos para construir comprensiones más integradas y menos autocomplacientes; más realistas y menos míticas.

Pero esta actitud de cuestionamiento y curiosidad no es natural, sino que debe ser formada; de ahí que el rol del educador adquiere una importancia vital. Por eso Edgar Morin le pide a la educación que «forme un observador-creador con sabiduría para observar; un observador con mirada más que tridimensional; un observador con conciencia de su condición humana, de su ecología y su cultura; un observador que devele los secretos en su complejidad, que descubra esencias y manifestaciones; en fin, un observador que sólo cuenta con una certeza: la de la incertidumbre racional…» (http://www.universia.net.co/docentes/
articulosdeeducacionsuperior/laeducaciondelfuturoe.morin,
unescenarioglobal,garciamarquez,unescenariolocal6.html).

Páginas de interés

René Descartes. Filósofo y matemático francés (1596-1650). Autor de «El Discurso del método» y «El tratado del hombre», origen del dualismo antropológico que considera el cuerpo humano como una máquina: http://www.termila.com/Termila10/notasboletin10.html
«El origen del dualismo se pierde en la noche de los tiempos, el hombre observo la paridad de la naturaleza como, día noche, hombre-mujer o yin -yang. Así lo señala Octavio Paz: "Los antiguos chinos veían al universo como la cíclica combinación de dos ritmos: "Una vez Yin - otra vez Yang: eso es el Tao"»: http://expertos.monografias.com/home.asp?tip=usu&id=5&item=pregunta&id_item=220789&idr=168451
«¿Nuevas tecnologías, viejos dualismos? Reflexiones sobre el cuerpo y la diferencia sexual en la tecnocultura», de Aránzazu Hernández Piñero: http://www.uibcongres.org/congresos/ponencia.en.html?cc=68&mes=33&ordpon=18
El dualismo es un sistema filosófico contrario al monismo que predica la existencia de dos sustancias primarias; la generalización del dualismo da lugar al pluralismo, el cual sostiene que las sustancias primarias o básicas son múltiples: http://es.wikipedia.org/wiki/Dualismo

Ética hacker

En todas las edades de la humanidad ha habido quienes, motivados por diversos intereses y valiéndose de sus particulares destrezas, han ido contra la corriente de la sociedad o han buscado sus puntos de fuga para denunciarlos o aprovecharse de ellos.

En nuestra tardía posmodernidad, la del reinado de Internet, los hackers han ocupado dicho sitial, convirtiéndose –según cómo se les mire- en una especie de misteriosos malhechores o en icono de resistencia contra los poderíos transnacionales que proliferan.

En palabras simples, un hacker es por esencia un explorador de sistemas informáticos que busca la forma de forzar sus capacidades. Pero según cuáles sean sus intenciones, su acción puede llevarlo por caminos insospechados. Kevin Mitnick, es el mejor ejemplo de ello. Concretamente, fue condenado a 5 años de cárcel por penetrar en los sistemas de importantes multinacionales e incluso se le acusa –aunque no hay pruebas- de haber penetrado en el mando de defensa aeroespacial norteamericano.

Hoy, purgada su condena, Mitnick recorre el mundo como consultor de seguridad informática de importantes empresas y algunos gobiernos.

Más allá de los sabrosos detalles de la historia de Mitnick, su caso es una interpelación directa a cuestionarnos sobre cuál es la ética que rige a los usuarios de la Red, pero sobre todo a aquellos que tienen especiales destrezas para manejarla.

Ética hacker

Las respuestas son diversas entre quienes se reconocen como hackers, aunque en todas ellas parece haber una coincidencia básica: un llamado a la libre circulación y acceso de la información; aunque a partir de ahí, se desprenden diferentes formas para buscarla o promoverla.

Existe por ejemplo, una corriente hacker bastante confrontacional, cuyos planteamientos están resumidos en el llamado manifiesto, (http://www.sindominio.net/biblioweb/telematica/mentor.html). El texto, redactado en 1986 por un personaje que se autodenomina El Mentor, es una fuerte queja contra quienes criminalizan a los jóvenes hackers. «Mi delito es ser más inteligente que vosotros…» afirma en una de sus líneas.

Otra tendencia más pragmática es la que resume Eric S. Raymond en su artículo «Cómo convertirse en hacker». Por ejemplo afirma que para ellos «El mundo está lleno de problemas fascinantes que esperan ser resueltos» y que «la libertad es buena», entre otros. Un breve y clarificador comentario del artículo de Raymond se halla en (http://nbk.hackindex.com/hackindex1_a.htm).

También, respecto de la penetración en sistemas informáticos, existe una suerte de «código de conducta» que Eljaker -creador de una de las revistas de hacking más antiguas de España- describió hace algún tiempo en un prestigioso diario: «Nunca dañes algo intencionadamente…, no hackees nunca por venganza ni por intereses personales o económicos…, modifica sólo lo estrictamente necesario…».

El problema

Aún concientes de que hacker no es sinónimo de criminal, y que el hacking no es siempre una actividad destructiva, resulta difícil tomar posición al respecto, ya que –en el fondo- el tema supera lo estrictamente tecnológico y se sitúa en el ámbito de los derechos de las personas.

Estamos hablando específicamente de la privacidad que, si la reconocemos como un derecho (y una necesidad) incuestionable de todo ser humano, podemos sentar las bases a partir de las cuales valorar la actividad de los hackers.
Desde esta perspectiva podemos afirmar que mientras los juegos de estos manitas de la Red no afecten la vida privada de las personas, ni los intereses privados de las organizaciones, no hay problema. Después de todo, la esencia de Internet es su ser público, su estar abierta a todo aquél que tenga un ordenador y una conexión telefónica, por tanto, se supone que quien cuelga una información en la Red sabe que ésta puede ser revisada y utilizada por cualquiera; en otras palabras, sabe a lo que se expone.

El desafío para la sociedad es transmitir una conciencia de respeto a este derecho, para evitar que quienes tengan mayores destrezas para moverse en la red, las utilicen para dañar a otros u obtener beneficios económicos de ello y; por el contrario, promover que estos hábiles cibernautas pongan sus conocimientos al servicio de la sociedad.

Algunos sitios de interés

Un ejemplo de hacking ético se presenta en las entrevistas publicadas en http://ww2.grn.es/merce/2001/hack3.html.
La aplicación práctica más común del hacking ético descrita en un artículo de La Vanguardia Digital en (
http://www.vanguardia.es/cgi-bin/noticialvd.pl?noticia=hackers190500&seccion=temas).
Un sitio especializado en seguridad informática publica un singular ataque de un grupo de hackers éticos (
http://www.geocities.com/crino1p/docs/faq99.txt).
Más información sobre el caso de Kevin Mitnick, además de otras noticias relacionadas con los hackers en (
http://www.lared.com.ve/archivo/porta50.html).

Riesgo: Paranoicos ante la amenaza permanente

Los psicólogos y terapeutas de todo tipo se deleitan –y enriquecen- afirmando que los ciudadanos de hoy estamos al borde de la locura, entre el estrés laboral y la inseguridad permanente, entre el consumo compulsivo y la incomunicación…en fin, paranoides crónicos, pero sonrientes, como corresponde.

Sí, paranoicos, con un delirio de persecución analgetizado por los medios de comunicación masiva y sus programas basura a los que nos enganchamos «para no pensar» en las múltiples presiones que nos apremian. Paradójicamente son esos mismos medios los que nos bombardean con informaciones que poco contribuyen a nuestra salud mental. Basta un vistazo de los titulares para demostrarlo: atentados suicidas casi a diario en medio oriente, una gripe mortal incontrolada que se extiende con las aves migratorias, crisis energética en Asia y Europa por el frío en el hemisferio norte, edificios que se derrumban por escapes de gas, cientos de muertos en accidentes de tránsito y asesinatos varios en todas las grandes ciudades del planeta.

Con este tipo de noticias, lo menos que se puede esperar de quienes las siguen a través de los medios, es que se depriman… insisto, «lo menos». Por suerte existe la enajenación y la indiferencia, que si no, seguro que hace tiempo ya estaríamos todos en el psiquiátrico.

Así es nuestra sociedad de la información… nuestra libre, democrática, emprendedora y cibernética sociedad de la información.

Como si estas amenazas no bastasen, las distintas disciplinas que se dicen «científicas» aportan cada día nuevas y sorprendentes informaciones con las que marcan pautas de comportamiento individual y social, y de paso, advierten de los riesgos que supone no cumplirlas.

La medicina nos dice cómo debemos cuidar nuestro cuerpo; la nutrición, lo que debemos comer; la psicología, cómo debemos actuar; la pedagogía, lo que debemos aprender; la ingeniería ambiental, cómo evitar contaminar; la sociología, cómo nos debemos organizar; la meteorología… suma y sigue. Cada una en su respectivo campo aporta datos y criterios que se convierten poco a poco en verdades insoslayables, incluso sagradas, sobre todo cuando los listos de siempre se las ingenian para rentabilizarlas a través de atractivos bienes o servicios que ofrecen en el mercado mundial.

Por supuesto, todas estas informaciones están al alcance de unos cuantos clics gracias a los megabuscadores que Internet pone a disposición de cualquier usuario mínimamente informado de los gajes de la Red.

A mediados de los 90, Ulrich Beck se refería a esta hiperconciencia, como la era del «riesgo global», pues gracias a las nuevas tecnologías, ya no sólo podemos estar al tanto de los acontecimientos de nuestro entorno más inmediato, sino también de aquellos que afectan a todo el planeta: la amenaza nuclear, el calentamiento global, el terrorismo internacional, entre otros.

En suma, una seguidilla de advertencias y recomendaciones que nos alertan de los riesgos a los que estamos permanentemente expuestos tanto de manera individual como social.

El riesgo como mecanismo de control social

La palabra riesgo se utiliza para describir la posibilidad de ocurrencia de un hecho valorado negativamente, el cual amenaza la realización, consecución o existencia de una situación ideal que es valorada positivamente. En pocas palabras, describe un futuro ideal amenazado.

Pero, ¿quién define ese futuro ideal?, ¿con qué criterio y finalidad?, ¿quién valora negativamente el hecho o situación considerada riesgosa?, ¿para qué?

Muchas veces estas valoraciones son fruto de investigaciones «científicas» que nadie cuestiona, pues dicho calificativo parece garantizar la objetividad de sus resultados. Seguro que Einstein se retuerce en su tumba cada vez que esto ocurre, pues al hacerlo echamos por tierra el descubrimiento que le hizo acreedor del Premio Nóbel de Física en 1921: su clásica teoría de la relatividad.

No hay que olvidar que los científicos son seres humanos de carne y hueso, que tienen unas creencias (y no otras), unos conocimientos (y no otros), unos intereses (y no otros), unas experiencias (y no otras) y unas limitaciones (y no otras). No son semidioses ni mucho menos, por tanto, pensar que sus conclusiones o resultados constituyen LA VERDAD, es, como mínimo, simplificar la realidad. Eso, sin considerar que las investigaciones son financiadas por determinadas entidades (universidades, ministerios, fundaciones o empresas), que suelen tener unos ciertos intereses políticos, económicos y sociales (y no otros) en los temas que deciden desarrollar.

Llevado al terreno del riesgo, esto quiere decir que cuando se utilizan esos conocimientos para definir un futuro ideal, y con ello, los hechos o situaciones que lo amenazan, se hace desde una determinada posición y no de otra; posición que la mayoría de las veces coincide con los grupos que ocupan posiciones de poder dentro de la sociedad.

Este no es un tema menor porque –tal como funcionamos hoy- cuando la ciencia dicta una de sus verdades, prácticamente nadie las cuestiona y terminan convirtiéndose en uno de esos «futuros deseados» que comentábamos antes.

Por ejemplo, cuando la psicología y la neurología definen la hiperactividad infantil, lo que hacen es patologizar un tipo de comportamiento que –según ellos- se escapa de los comportamientos que ellos mismos consideran normales en los niños y niñas de una determinada edad. Comportamiento que –por lo demás- tiende a considerarse como una característica de personalidad permanente, que no cambia, de modo que quien sea etiquetado con ese rótulo en la infancia, probablemente seguirá siéndolo en la adolescencia, juventud y adultez. Asimismo, con esta definición científica, lo que se está diciendo es que «lo normal» es que los niños y niñas no sean demasiado activos, y que si lo son, están enfermos y requieren ser tratados para tranquilizarlos.

En esta lógica de funcionamiento habita una triple operación de estigmatización (Goffman 1961), vulnerabilización (Rose, 1996) y justificación de la intervención (Montenegro, 2001); es decir, de poner una marca sobre quien tiene unas determinadas características; de suponer que quien tiene es marca es anormal e inferior respecto de los demás; y de justificar la necesidad de «hacer algo» para encauzar dicha anormalidad.

Así explicado suena un poco aparatoso y rebuscado, pero es una operación que todos realizamos inconsciente y constantemente al pensar en un montón de personas o situaciones marcadas por este «dispositivo del riesgo» (Prieto, 2005), como la infancia en riesgo, las personas que tienen trastornos alimentarios –anorexia y bulimia-, los pueblos indígenas, las mujeres maltratadas, las democracia de los países pobres o islámicos, los jóvenes, la selva amazónica, etc.

En definitiva, decir que alguien o algo está «en riesgo» constituye un mecanismo de control social, pues, para evitar ser estigmatizados o sufrir las situaciones que describen esos riesgos, intentamos ser y hacer todo de modo de acercarnos a los futuros deseados que las distintas disciplinas definen. Así entonces, podemos afirmar que el dispositivo del riesgo nos constituye como sujetos, ya sea como personas, colectivos o sociedades.

El negocio del riesgo

Como nadie quiere correr ningún riesgo, todos nos las arreglamos para encontrar la forma de evitarlos o contrarrestarlos. Es como una obligación, una necesidad ineludible. Y como la necesidad es el fundamento del consumo, pues, sucede que finalmente el riesgo es un factor que puede generar mucha riqueza a través de las diferentes prestaciones, productos o servicios que ofrecen seguridad...en todas sus facetas.

Para evitar riesgos fisiológicos o de salud, nos ofrecen alimentos cada vez más sanos y nutritivos, gimnasios y técnicas corporales, masajes, cremas, medicamentos, exhaustivos análisis, intervenciones quirúrgicas o sofisticadas terapias; ante el riesgo de accidentes de tránsito, nos venden seguros de vida, airbags, cascos, frenos ABS, GPSs que hablan, coches totalmente equipados; ante el riesgo de la delincuencia, compramos cámaras de seguridad, armas, guardias privados. Ante el riesgo nuclear, ejercemos presiones políticas y económicas, industria armamentista, guerras injustificadas…

En cada uno de estos sectores existen enormes compañías –muchas de ellas, transnacionales- que sacan suculentos dividendos por ofrecer seguridad. Son ellas, mejor dicho, sus dueños o accionistas, los principales beneficiados gracias al dispositivo del riesgo, por tanto, quienes están más interesados de que éste siga etiquetando, vulnerabilizando y justificando la intervención.

Arriesgados

Pese a esto, hay quienes optan o simplemente actúan sin tomar en cuenta todas estas advertencias, ya sea, porque no las conocen o no las entienden, o bien, como una forma de «llevar la contra», de rebelarse contra la autoridad o el poder.

Para quienes sí las toman en cuenta, los que no, actúan con imprudencia o temeridad, por ejemplo cuando conducen un coche, en su forma de alimentarse o sus hábitos de higiene, en sus prácticas sexuales o en el lenguaje que utilizan… lo mismo ocurre a un nivel macrosocial, entre gobiernos o instituciones internacionales, las cuales, por cierto, es poco probable que desconozcan una información; más bien es factible pensar que en ocasiones optan por hacer como si no la conociesen, o incluso que la manipulen, para conseguir sus propósitos.

Desde una perspectiva realista es posible sostener que toda la vida, en sí misma constituye un riesgo, pues pocas cosas dependen únicamente de cada uno. Pero eso no significa que nos libramos de la responsabilidad de las cosas que nos suceden, al contrario; es precisamente por ello que se hace más necesario estar atentos y conscientes de las consecuencias y efectos de las decisiones que tomamos, de las cosas que hacemos y de las palabras que decimos, pues es a través de ellas que se construyen las trayectorias que finalmente vivimos.

Probablemente la solución no esté ni en la queja ante el control social que se ejerce a través del dispositivo del riesgo ni en la realista ultraresponsabilización personal, sino en un punto de equilibrio que sea capaz de reconocer cuánto de determinismo y cuánto de responsabilidad personal hay en cada situación que vivimos. Después de todo, como siempre, la polarización de visiones no conduce a nada.

En suma, el riesgo –y su dispositivo de funcionamiento- es una de esas palabras que nos construyen como personas, como sociedades y cómo lo hace, pues, haciéndonos cada vez más conscientes, racionales, pero al mismo tiempo, paranoicos, perseguidos, intranquilos. Así somos, gracias a los temores –afortunadamente controlados- que las distintas disciplinas nos han grabado en la memoria, la conciencia, con su bombardeo de información.

Vivir en proyecto (o la optimización de la vida cotidiana)

¿Cuándo fue la última vez que utilizaste la palabra «proyecto»?, ¿hace un mes, una semana, ayer…?; es más, ¿cuál fue el último proyecto que pensaste o que elaboraste? Probablemente todos los que tenemos acceso a este artículo podremos responder rápidamente estas preguntas porque la lógica de los proyectos nos es casi tan habitual como los semáforos de las esquinas o la televisión. De hecho, este modelo de pensamiento se utiliza actualmente en casi todos los ámbitos del quehacer social, como metodología de planificación para «construir futuros», no sólo en cuestiones ingenieriles, sino también económicas, sanitarias, pedagógicas, deportivas e incluso psicológicas, con lo cual hoy constituye una lógica que nos constituye como personas.

A continuación intentaremos aportar algunas reflexiones respecto de qué significa esto, de cuales son las implicaciones y consecuencias de este vivir en proyecto.

Los supuestos del modelo

Pensar en proyecto significa, antes de todo, el deseo de conseguir algo y la decisión –y voluntad- de realizar diversas acciones para lograrlo. Aquello que se busca constituye el objetivo del proyecto; y lo que se pretende hacer para lograrlo, conforma la metodología o estrategia elegida.

Cualquier deseo o anhelo puede ser un objetivo, ya sea personal o institucional, individual o colectivo: comprar una casa, aumentar las ganancias, estudiar una carrera, reducir el paro, etc. Casi siempre son muchos los caminos que se pueden tomar para lograr dichos objetivos, por tanto, habrá que elegir alguno de ellos. Tanto los mismos objetivos, como los criterios que se utilizan para elegir la estrategia están íntimamente ligados a los valores y a la forma de entender el mundo de quien desarrolla el proyecto.

De cualquier manera, la lógica de los proyectos obliga a hacer un ejercicio reflexivo de planificación, de orden, de explicitación de intenciones y compromisos que se adquieren ya sea con uno mismo, o con otros de quienes se depende o con quienes es necesario aliarse para cumplir los propósitos propuestos.

Por este motivo, el pensar en proyecto supone un ejercicio de realismo, de objetivación de la realidad, de intentar comprender, prever y analizar todas las variables que tengan alguna influencia en la posible consecución o fracaso del proyecto.

En la medida en que dicho análisis sea más certero y preciso, aumentan las posibilidades de que el objetivo llegue a cumplirse. Y para que eso ocurra, es necesario manejar el máximo de información posible respecto de las variables implicadas, tanto de aquellas que son posibles de controlar, como de las que se escapan de las propias manos.

Respecto de estas últimas, el sólo hecho de pensar en ellas supone un ejercicio de humildad y realismo, pues implica reconocer que cualquier objetivo depende de tantas variables incontrolables, que en definitiva, su consecución es prácticamente una lotería…

Desde la lógica de los proyectos, pensar en las variables incontrolables, implica también reflexionar respecto de las condiciones adversas u obstáculos que pudieran presentarse en la estrategia que se pretende seguir para lograr un objetivo, de modo que si efectivamente llegan a ocurrir, estar preparados para hacerles frente sin que el proyecto se vea amenazado.

De la misma manera, analizar las variables que sí están en las propias manos, supone ser conscientes de las capacidades y limitaciones de los responsables del proyecto, de modo que la estrategia que se diseñe se ajuste a dichas características.

Todas estos supuestos que habitan en lógica de los proyectos nos hablan del predominio de una razón instrumental, del supuesto de que por medio de un ejercicio racional se puede llegar a conseguir determinados propósitos que nos resultan útiles, necesarios o cautivadores. Se trata, al mismo tiempo, de una forma de autodisciplina, de una técnica para gestionar los propios deseos, de una manera de objetivarlos, racionalizarlos, utilizando la razón como materia prima principal para construir sueños. Incorporar estos elementos en el propio pensamiento supone no sólo una habilidad práctica para las actividades laborales, sino también transformamos como personas, «ser» de otra manera, asumir en la propia vida los supuestos mencionados antes. Pensar en proyectos nos constituye como personas.

Los valores de fondo

Uno de los fundamentos principales (sino el único) de esta estructura de pensamiento es el afán de optimización (de recursos, de tiempo, de fuerzas, etc.), el cual, a su vez, se basa en la suposición de escasez de todos ellos: el tiempo es oro, los recursos son escasos, las fuerzas, limitadas, por tanto hay que gestionarlos de la manera más óptima para conseguir los propósitos deseados.

Estrechamente ligado al afán de optimización, aparecen las nociones de eficiencia y eficacia, es decir, las capacidades de disponer las cosas para lograr un determinado objetivo, y lograrlo.

En el fondo de estos tres conceptos habita una forma productivista de entender el mundo, es decir, de que las cosas se hacen por un porqué, con un propósito, esperando una ganancia, un beneficio, un logro, un placer, una satisfacción, ya sea individual o colectiva, personal o institucional.

Esta forma de comprensión es propia y absolutamente coherente con un pensamiento económico que busca el máximo beneficio al menor costo posible.

Proyecto y competencia

El producto de esta lógica de pensamiento se materializa en un documento tipo (el proyecto) que incluye unos apartados más o menos fijos en los que se expresa de manera clara y concisa la idea «proyectada». En algunos ámbitos, este documento sirve como modelo estándar para realizar un análisis comparativo de diferentes ideas, las cuales compiten por obtener beneficios, con frecuencia económicos, que sirven para ejecutar las ideas en cuestión.
En estos casos, en que los proyectos entran en competencia, la lógica que los inspira adquiere unas características que vale la pena comentar.

En primer lugar, la existencia de una entidad financista interesada en promover un determinado tipo de actividad, para lo cual convoca a un concurso de proyectos (por ejemplo, de alfabetización), definiendo con ello los requisitos que deben tener los proyectos que deseen optar al apoyo económico. Este hecho supone el establecimiento de una jerarquía entre quienes tienen el dinero, y quienes lo demandan, de modo que quienes deseen adjudicarse el proyecto deberán adaptar su idea a dichas condiciones.

Si entendemos la elaboración de proyectos como una forma de construir futuros, cuando se trata de este tipo de concursos, son las entidades financistas las que definen esos futuros respecto de los ámbitos que les interesa promover; así por ejemplo, promueven un tipo de educación, un tipo de salud, un tipo de vivienda… en definitiva, un tipo de sociedad.

Esta situación puede constituir un problema cuando los proyectos que se promueven desde las entidades financistas contradicen o atentan contra valores sociales, tradiciones o formas de vida fuertemente enraizadas en las sociedades por ellas intervenidas. Es el caso, por ejemplo, de proyectos que promueven acciones individuales para conseguir mejoras en la vivienda, con lo cual –en ocasiones- desarticulan lazos comunitarios fuertemente arraigados en las culturas locales.

Sin desmerecer el enorme aporte que significa mejorar las condiciones de habitabilidad de unas familias determinadas, estos proyectos traspasan e instalan en la conducta de las personas, unas formas de relación basadas en la desconfianza, el individualismo y la competencia, pues les obliga a competir para obtener los beneficios del proyecto.
«Pensar en proyecto» es hoy casi tan habitual como hacerlo en imágenes (gracias a las tecnologías audiovisuales) o de manera hipertextual (gracias a la explosión de Internet), por tanto, se trata de una lógica que constituye nuestra forma de acceder y descifrar el mundo en que nos insertamos. Sin embargo, ya en sus fundamentos más básicos da por sentados unos tipos de relaciones, unos mecanismos y unos valores de los que no siempre somos conscientes y –por lo mismo- con los que no necesariamente estamos de acuerdo.

Independientemente de esta constatación, lo cierto es que el pensar según la lógica de los proyectos es una necesidad y una posibilidad para los habitantes de este segundo milenio que comienza; y siendo así, no está de más ser conscientes de los fundamentos de este modelo, ya sea revertirlos o para sacarles un mayor provecho, en virtud de los objetivos que nos inspiran.

Páginas de interés

Un modelo de marco lógico está disponible en: http://www.bvsde.ops-oms.org/bvsapi/e/bases.pdf
Completo glosario de la gestión de proyectos: http://www.allpm.com/glossary.php
Declaración Universal de los Derechos Humanos: http://www.un.org/spanish/aboutun/hrights.htm

e-books: de libros y democracias

Hace un par de semanas recibí un e-mail con un «asunto» de aquellos que despiertan sospechas, pero que no puedes dejar de abrir: decía «imperdibles». Afortunadamente, la paranoia digital que me suele embargar con ese tipo de mensajes no me impidió entrar en lo que luego se convertiría en el favorito de mis «favoritos».

El «mensaje sospechoso» era un enlace a un portal de e-books (libros digitales o digitalizados) en el que encontré muchos de los títulos que siempre quise tener. Ni decir las maravillas que descargué: El Quijote, Las mil y una noches, La náusea, Los versos del capitán, Imperio, Cien años de soledad, ¡y hasta un Manual de Psicología para principiantes!
La circulación de libros digitalizados en Internet surgió hace algunos años como resultado de la conjunción de unas tecnologías, necesidades y prácticas que tienen su origen en distintos espacios y actores.

Por una parte, la informatización de la actividad editorial hace que hoy la publicación de cualquier libro implique inevitablemente convertir el texto en un archivo digital. Igual que en las ediciones «de papel», existen diversos formatos digitales, desde el clásico «texto plano», hasta las versiones más avanzadas de programas «Lectores» (readers), que transforman los libros en archivos de distinto «peso» y «tamaño».

El alto costo de los libros impresos, sumado al límite del número de ejemplares y a las engorrosas dificultades de distribución, hace que acceder a ellos no siempre sea cuestión de ir a la librería del barrio, sino que puede convertirse en una verdadera hazaña.

Igualmente, para muchos autores, la publicación en papel no siempre está al alcance de la mano, pues las editoriales no suelen estar dispuestas a arriesgarse con creadores jóvenes, nuevos o no consagrados, de modo que muchos de ellos y de sus obras nunca llegan a publicarse.

Si a la combinación de estos factores se añade el mejoramiento de las características técnicas de Internet (mayor cobertura y velocidad de transmisión), existen condiciones y razones suficientes para justificar el surgimiento de los e-books.

Pero esta combinación de causas y azares no es nada nueva; de hecho, hace ya varios años que esto de «bajar» libros de la Red es una práctica habitual, tanto así que incluso las últimas versiones de Windows (sistema operativo de nueve de cada diez ordenadores del mundo) incluyen la carpeta «My e-books» como parte del paquete que se instala con el mismo programa, igual que las ya conocidas «Mis Documentos» o «Mi PC».

Los dilemas

Pese a los indiscutibles beneficios de esta práctica, no todos están de acuerdo con ella, pues supone el cuestionamiento de la propiedad intelectual y de la misma actividad editorial, y el entramado económico en que ésta se sustenta.

Quienes defienden la actividad editorial se basan en el legítimo temor de que ante la posibilidad de reproducir los libros, bajen considerablemente sus ventas y en negocio se venga «a pique». Nada distinto, por cierto, los temores que por décadas han tenido las compañías discográficas y audiovisuales, ninguna de las cuales se acerca siquiera a la quiebra.

Por su parte, quienes apoyan la libre circulación de e-books por la Red apuestan por la democratización de las obras, tanto como objetivo político, como estrategia de difusión y promoción, a lo que suman la practicidad y cada vez más universalidad del sistema.

Dependiendo de las legislaciones de cada país, la práctica de reproducir y difundir libros online puede constituir un grave delito, castigado incluso con penas de cárcel. Pero el tema es demasiado complejo, pues los libros circulan a través del mundo y sus autores y editoriales pueden perderle la pista fácilmente, sobre todo si los primeros son iniciados, y las segundas, pequeñas y locales.

Más allá de las distintas posiciones, lo que está en discusión es el acceso al capital intelectual de la humanidad, y entiéndase por ello no sólo la creación de los clásicos de la literatura universal, sino de todas aquellas obras que aunque desconocidas, han contribuido a formar nuestras fantasías, teorías, creencias y conocimientos, en suma, gran parte de lo que somos, tanto como seres individuales y sociales.

Aún cuando la irrupción de la multimedialidad en las aulas ha revolucionado las maneras de aprender de las generaciones jóvenes, el libro sigue siendo el soporte a través del cual, por excelencia, nos acercamos al saber, a las ciencias, a la literatura, a la fe, a la lírica, al humor…

Si creemos que las sociedades evolucionan, precisamente en la medida en que los ciudadanos se educan, aprenden, incorporan nuevas visiones, ¿por qué, entonces, limitar el acceso a la fuente principal de esa formación?
Por supuesto que la libre circulación de textos a través de Internet no resolverá el problema de la falta de educación en el mundo (menos aún si persiste la «brecha digital»), pero al menos no le pondrá obstáculos adicionales, sino que facilitará el libre acceso de muchos a textos que de otra manera jamás conocerían.

Con todo, el debate en torno a los e-books dista mucho de ser un tema resuelto, al menos en el corto plazo, pues son muchos los intereses que en él se conjugan y que probablemente no se resolverán sino en el marco de las legislaciones y acuerdos sociales que se puedan adoptar en cada país.

De momento, y mientras sea posible, «bajar» de la Red una buena novela o un interesante texto teórico, puede ser una excelente manera de repensar estos interrogantes, aunque antes de hacerlo, más vale informarse sobre qué dicen al respecto las legislaciones nacionales.

Páginas de interés

«Libros electrónicos, ni libros, ni electrónicos», De Cory Doctorow
Artículo para la Conferencia O'Reilly sobre Tecnologías Emergentes (
http://jamillan.com/doctorow.htm)
Artículo de Alfons Cornellá, publicado en Infonomia
http://www.booksfactory.com/unlibro.html
Artículo de ficción sobre un futuro donde leer es privilegio de unos pocos.http://www.gnu.org/philosophy/right-to-read.es.html
Creative Commons es una entidad sin fines de lucro orientada a publicar el material creativo de sus usuarios. Fue toda una revolución cuando fue creada por Lawrence Lessig en el 2001http://creativecommons.org/
La propiedad de la propiedad intelectual, de José Antonio Millánhttp://jamillan.com/propi.htm
Algunos títulos de narrativa, gratis y en inglés, listos para descargar en Planet PDF (http://www.planetpdf.com/free_pdf_ebooks.asp).
Ebook-community: un grupo de dicusión de Yahoo, donde se puede acceder a las preocupaciones y últimas noticias en torno al mundo de los libros electrónicos (en inglés):
http://groups.yahoo.com/group/ebook-community/messages
La biblioteca de la Universidad de Pennsilvania con ejemplares digitalizadoshttp://www.franklin.library.upenn.edu/
La biblioteca de la Universidad de Harvard con ejemplares digitalizadoshttp://lib.harvard.edu/

Wikipedia o la democratización del saber

En veinte siglos de historia que tiene la cultura occidental, ha habido varios intentos de concentrar todo el saber en un mismo lugar, ya sea físico o documental. De hecho, ya en el año 23 DC Plinio el Viejo comenzaba aquella magna labor para construir la Naturalis Historia por la cual se le reconoce hoy. Pero sin duda es L’Encyclopédye Francesa (1772) la que marcó un hito en la historia del pensamiento, al recoger en una veintena de volúmenes el sentir de una época -el Renacimiento- y su proyecto filosófico –la Ilustración- como símbolo de la primacía de la ciencia por sobre la metafísica y la religión.

Por aquél entonces, quienes colaboraron en la elaboración del también llamado «diccionario razonado de las ciencias, artes y oficios», constituían la elite intelectual de su época, y como tales, pasaron a la historia como los padres de la modernidad. Diderot, d’Alambert, Voltaire, Rousseau, Quesnay, Montesquieu, Turgot… representan el ideal de un conocimiento universal fundamentado en la razón.

Más de dos siglos después de esta aventura intelectual, y gracias a la enorme interactividad que posibilita Internet, otro grupo de pensadores nada elitistas, hiperconectados, tecnológicos, horizontales y soñadores han dado vida a Wikipedia, una enciclopedia libre y multilingüe al alcance de todo aquél que tenga acceso a la Red.

A diferencia de sus antecesoras, esta particular enciclopedia –wiki- se caracteriza por haber sido (y seguir siendo) construida por múltiples autores, tantos, como usuarios deseen adentrarse entre sus páginas para añadir información nueva; o bien, para corregir o complementar otras ya publicadas. Para ello, la Wikipedia se vale de un sencillo programa informático que en pocos pasos permite a cualquier usuario contribuir en la construcción de este compendio del saber.

Las raíces

La Wikipedia fue creada en enero del 2001 por Jimbo Wales y Larry Sanger con el propósito de desarrollar y mantener proyectos de contenido libre, como forma de democratizar el saber, tanto su producción como su acceso. Actualmente es uno de los tantos proyectos «wiki» coordinados desde la Fundación Wikimedia, organización sin fines de lucro, instituida bajo las leyes del Estado de Florida, Estados Unidos, y cuya creación fue anunciada por el mismo Wales, en junio del 2003.

Además de la Wikipedia, la Fundación Wikimedia administra un diccionario multilingüe llamado Wikcionario, una enciclopedia de citas llamada Wikiquote, un depósito de textos en diferentes idiomas llamado Wikisource, un sitio de noticias llamado Wikinoticias y una colección de libros de texto electrónicos para estudiantes llamado Wikilibros (http://es.wikipedia.org/wiki/Wikimedia).

El prefijo «wiki» fue tomado de la expresión hawaiana «wiki-wiki», que significa «rápido», y que refleja el espíritu ágil de creacción y re-creación de los contenidos de las páginas que se inscriben en este universo de pensamiento.
Actualmente existen versiones de Wikipedia en más de 30 idiomas, de las cuales, la más completa es la versión en inglés. Por su parte, la versión en castellano adquiere cada vez más fuerza llegando actualmente a un total de 112.052 artículos publicados al momento de esta edición.

La filosofía «wiki»

Gracias a la acción de estos proyectos, hoy en día, decir wiki es decir informática colaborativa, participación, creación colectiva y co-autoría; en suma, es creer en la riqueza del conocimiento elaborado desde la diversidad de pensamientos.

De este modo, la filosofía wiki se inscribe en la misma esfera del software libre y del copyleft (http://www.observatoriodigital.net/bol350.htm#Articulo%201-) como caminos alternativos a la mercantilización del conocimiento (informático, editorial, etc…) y cuyo mentor, Richard Stallman, comenta señalando que
«…proyectos como el de la enciclopedia universal, no sólo son posibles, sino que funcionan, porque los recursos que exigen son únicamente dos, tecnología y personas, y un sólo modo de relacionarlos, de manera horizontal, participativa, colaborativa» (
http://www.sindominio.net/aluned/proyectos/
generarComunidad/partevii.html).

Concretamente esto se traduce en una amplia comunidad de colaboradores voluntarios que ofrecen su trabajo de búsqueda, trascripción, redacción, edición, revisión, etc. para construir una fuente documental lo más amplia posible y al alcance de todos. Para participar, el único requisito es «tratar los temas con respeto y nunca hacer ataques personales»; así como incorporar la humildad creadora o –como sugiere la misma comunidad wiki- «...no te enojes si alguien modifica tu traducción, que una vez aquí es un artículo editable como cualquier otro» (http://es.wikipedia.org/wiki/Wikipedia:FAQ).

¿Es confiable la información de la Wikipedia?

Imposible no hacerse esta pregunta, sobre todo sabiendo que son muchas las manos (y criterios y saberes) los que confluyen en la confección de esta enciclopedia; sin embargo, sus promotores aseguran que precisamente esa diversidad garantiza y multiplica el control sobre la información que se publica. Al respecto, señalan que «Wikipedia depende de un grupo amplio y diverso de colaboradores, que monitorizando la página de cambios recientes, se aseguran de que el contenido que vaya siendo añadido sea razonable» (http://es.wikipedia.org/wiki/Wikipedia:FAQ#.C2.BFHay_alg.C3.
BAn_grupo_que_coordine_el_proyecto.3F_.C2.BFC.C3.B3mo_se_garantiza_
la_calidad_de_la_informaci.C3.B3n.3F).

Asimismo, explican que esta misma comunidad de colaboradores es garantía de la rigurosidad de los contenidos, en la medida en que mantienen una vigilancia permanente para identificar y revertir la acción de usuarios que pretenden boicotear Wikipedia, o utilizarla para sus propios fines. Para ello, se encargan de:
· - Rastrear y revertir rápidamente los cambios equívocos o malintencionados que algunos usuarios puedan incorporar en las páginas de la Wikipedia, con el fin de desanimarles.
· - Bloquear temporalmente el acceso a la Wiki de dichos usuarios, identificándolos a través de su dirección IP, de tal forma que no puedan seguir editando los contenidos.
· - Si dichos ataques provienen siempre de una misma página, es posible bloquearla de manera unilateral.
· - Algunas wikis sólo permiten editar las páginas a usuarios registrados, lo cual facilita el control de los contenidos.

. - En casos extremos (generalmente, ante ataques por medio de herramientas automáticas), se ha llegado a bloquear temporalmente la base de datos de la wiki, impidiendo todo tipo de edición. (http://es.wikipedia.org/wiki/Wiki#Vandalismo)

Si persiste la duda, nada mejor para comprobar la veracidad de los contenidos de Wikipedia, que compararlos con aquellos que surgen de la búsqueda con cualquiera de los megabuscadores online como Google, Yahoo o Altavista, entre otros. Los resultados hablaran por sí solos.

Proyectos como Wikipedia –o cualquiera de las cientos de páginas wiki que nutren la Red- son prueba más que suficiente para demostrar que Internet está lejos de ser aquella fría y enajenante red tecnológica que los más conservadores temían hace unos años. Muy por el contrario, la comunidad wiki manifiesta la creciente inquietud de muchos sectores por revitalizar el espacio de lo social, lo colectivo, lo organizacional; en definitiva, por recuperar, crear y fortalecer vínculos entre personas que se alejen de una competencia inhumana y una vacía y egoísta búsqueda del propio beneficio a cualquier precio.

Indispensables de interés

El portal de la comunidad tikiwiki: http://tikiwiki.org/Wikipedia, la Web: http://es.wikipedia.org/wiki/Portada
Lo que Wikipedia no es: http://es.wikipedia.org/wiki/Lo_que_Wikipedia_no_es
Parte VII: «Estudia en las discotecas y ve a la facultad sólo los días de fiesta» (capítulo de un ensayo publicado en la página de la Asociación de Alumnos de la Universidad Nacional de Educación a Distancia –UNED-, de España): http://www.sindominio.net/aluned/proyectos/generarComunidad/partevii.html